Te invito a subir en mi barquito.
No tengo puerto de destino, ni siquiera sé cuál fue el de partida. No es muy grande ni muy rápido, no tiene muchos lujos y a veces hay que bajarse a empujar. Incluso cuando la mar parece en calma, las olas amenazan con llevarlo a pique.
Pero la tripulación es la mejor. Poco a poco fuimos reclutando a los más audaces grumetes, a los más robustos remeros y al más valiente timonel.
Porque, como dice mi nueva tripulante, quien no tiene amigos va a la deriva...
Un beso.
No tengo puerto de destino, ni siquiera sé cuál fue el de partida. No es muy grande ni muy rápido, no tiene muchos lujos y a veces hay que bajarse a empujar. Incluso cuando la mar parece en calma, las olas amenazan con llevarlo a pique.
Pero la tripulación es la mejor. Poco a poco fuimos reclutando a los más audaces grumetes, a los más robustos remeros y al más valiente timonel.
Porque, como dice mi nueva tripulante, quien no tiene amigos va a la deriva...
Un beso.
4 comentarios:
En todos los lugares te encuentro,
en todos los lugares me siento un tripulante más... claro que acepto, podría resistirme acaso? ^^
¿Y quién dice que lo importante sea el puerto de destino? Lo que al final cuenta, lo que quedará en la memoria, son los buenos momentos que pasaste a bordo del barquito. Además, el final de un viaje no debe ser sino el comienzo de otro, esta vez mucho más lejos, y con nuevos tripulantes a bordo.
Por cierto, me da la sensación de que me perdí algo, pero bueno, ya tendremos ocasión de ponernos al día, bajo la Puerta de Brandemburgo.
Un abrazo
Muy bonito :)
:)
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